El impacto causado por el número de visitantes en entornos naturales de especial fragilidad es uno de los daños más evidentes y más directos entre los que causa el turismo en el medio ambiente. En el País Vasco, San Juan de Gaztelugatxe, el Flysch de Zumaia o la Isla de Santa Clara pueden correr serio peligro a no ser que se establezcan las medidas de protección necesarias para su conservación.
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